Opiniones versadas y doctos estudios de eminentes voces internacionales sobre la eximia figura de Miguel de Cervantes Saavedra y su magna obra, recopilados en la edición conmemorativa de Don Quijote de la Mancha para el IV Centenario del nacimiento de Cervantes, por el periodista, investigador literario y lingüista Luis Astrana Marín.
El Quijote de Cervantes es un libro que puedo leer toda mi vida sin que me canse un solo momento. De todos cuantos libros he leído, DON QUIJOTE es el que me gustaría haber compuesto; no hay ninguno a mi parecer, que pueda contribuir mejor a formarnos un buen gusto en toda suerte de cosas. Admiro cómo, en boca del hombre más loco de la Tierra, Cervantes ha encontrado el medio de mostrarnos el hombre más juicioso y más inteligente que imaginar se pueda.
Charles Marguetel de Saint-Denis de Saint-Evremond, (humanista, militar y literato). Carta al Mariscal de Créguy. París, 1671.
Todos los hombres tienen algo de Don Quijote en su condición. No puedo menos de celebrar en Cervantes ese raro arte de moralizar con tan festivo tono. Se ha complacido en hacer de su libro un exacto espejo de la humanidad, en el cual sin acritud muestra a los hombres su mismo rostro, enseñándoles serenamente la forma tal como naturalmente procede de la sustancia.
Peter Motteux, (periodista, editor y traductor). Prólogo a su traducción inglesa del Quijote. Londres, Sam. Buckley, 1700.
Los héroes del Tasso y del Ariosto no son tan conocidos en Francia como en Italia. Los de la Astrea, al contrario, son más conocidos de los franceses que de los italianos. Únicamente el DON QUIJOTE, héroe de un género único, es aquel cuyas proezas son tan conocidas de los extranjeros como de los compatriotas del genio español que lo ha creado. Esos poetas cómicos sin modelos, quizá sin genio, viendo que los españoles, nuestros vecinos, eran ya ricos en comedias, copiaron al principio las comedias castellanas. Casi todos nuestros poetas dramáticos los han imitado, hasta Molière.
Jean-Baptiste Dubos (Abad Du Bos), (abad, filósofo, diplomático e historiador). Reflexiones críticas sobre la Poesía y la Pintura. París, 1719.
Don quijote en una principal parte, es loco; en otras, sabio; pues así son todos los hombres: ninguno es sabio en todas las cosas y en todos los casos. Pero todo este contraste entre la sabiduría y la extravagancia, que con tal destreza y amenidad está conducido; esta mezcolanza de verdad, de error y de verosimilitud, de buen juicio y de extraviada imaginación, de sencillez y de gravedad, nos hace reconocer el flexible, agudo y sensato ingenio del autor, que se sintió capaz para este tal difícil trabajo; pues tanto más arte, ingenio e inteligencia demuestra, cuanto más minuciosas y detalladas son las circunstancias en que coloca a sus personajes, y más peculiar y característica es la luz que los presenta.
Johann Jacob Bodmer, (escritor, crítico y filólogo). Reflexión crítica sobre la composición poética y artística. Berlín, 1741.
El Quijote es la obra maestra de la agudeza, e igualmente un festivo hijo del humor y de la sátira. En las Novelas, las manifestaciones del amor son discretas, y las sátiras vestidas suave y apaciblemente. El contenido, en su mayor parte, consiste en sucesos que Cervantes había visto u oído narrar, ya en España ya en Italia, y su elocuencia las ilustró y limó con todo el arte y la experiencia que sus viajes le habían granjeado.
Dietrich Wilhem Soltau, (escritor y traductor). Introducción a la versión alemana del Quijote. Könisberg, Friedrich Nicolovius, 1800-1801.
Cervantes es quizá el único hombre que por medio de una invención tan nueva y tan diferente de todo lo que se conocía, ha atraído a sus lectores ha seguir por largo espacio, sin hastiarse, las aventuras de un extravagante. Uno de los mayores encantos de esta obra es la elegancia continua y la feliz mezcla de todos los estilos. Cervantes se eleva muchas veces hasta el tono de la oratoria, hasta el más poético estilo, cuando hace hablar a Don Quijote; emplea el lenguaje llano y vivo de la verdadera comedia en las reflexiones de Sancho; sabe hallar otra manera tan natural, tan animada, pero que no es distinta, cuando presenta en escena pastores y cabreros; y sin aparente transición, suavemente, vuelve a su papel de historiador, en una prosa clara, fácil, algunas veces algo exuberante, pero siempre armoniosa.
Jean-Pierre Claris de Florian, (editor, autor y literato). Obras póstumas de Florian: Advertencia al lector. París, 1793-1799.
Cervantes publicó su Quijote en 1605. Todos los rayos de su divino genio parecen haberse concentrado en esta asombrosa producción del talento humano. Por su especial ingenio, aguda ironía, riqueza de invención y profundo conocimiento del corazón humano, esta gran obra de un gran maestro permanece sin rival en la historia de la literatura.
Anónimo recogido por Tobias Smollett, (escritor y traductor). Prólogo en su traducción inglesa del Quijote. Glasgow, Chapman & Lang, 1803.
La Ironía seria del autor del Quijote es una especial cualidad de su genio a que algunos pocos se han acercado, pero que nadie ha podido alcanzar ni con mucho.
Walter Scott, (escritor y editor). Biografías y observaciones críticas de novelistas eminentes. Londres, 1821.
Como Cervantes no era enemigo de todas las producciones caballerescas, sólo dirigió sus ataques contra las que no tenían ni sentido común ni ingeniosidad. Podía admitir lo maravillosos pero no lo monstruoso, y contra éste disparó los dardos de su sátira. Sin embargo, aprovechando la oportunidad que se le ofrecía, hizo salir de la caballería a su campeón, no sólo para derribar los absurdos de este género de literatura, sino también para arrollar y abatir toda otra clase de extravagancias que en su camino encontrase, y para difundir la verdad sobre gran diversidad de asuntos. Ridiculizó, pues, de un modo universalmente aprobado, ciertas obras de la literatura que eran del uso general. ¿Y cuáles eran los fundamentos de su anatema? El ser aquéllas falsas e inverosímiles. Así, el extraordinario éxito y popularidad de su sátira contribuyó mucho al progreso general de la mejora intelectual que había comenzado entonces en Europa, y a la introducción de lo que entonces era ciertamente una novedad en el mundo literario: el deleitoso sabor de lo natural y de lo verdadero.
Mary Smirke, (pintura e ilustradora). Prefacio en la versión inglesa del Quijote; arreglo de las anteriores de Shelton, Jarvis, Motteux y Smollett. Londres, T. Cadell & W. Davies, 1818.
El prólogo de la Segunda Parte del Quijote es modelo perfecto de suave e inteligible ironía. Dotado Cervantes de igual naturalidad, aunque de mayor elevación que Addison, entreteje, a la manera delicada de Swift, su exquisito estilo copioso y rítmico, contrastando con él por la placidez con que su inteligencia superior observa las extravagancias de la Humanidad, a despecho de la trabajosa vida que le atormentaba, pareciendo siempre impulsado por este único pensamiento: «¡Hermanos míos, os quiero, a pesar de todas vuestras culpas!» Es como la madre que corrige al hijo a quien ama, y, mientras con una mano levanta los azotes que lo castigan, con la otra seca las casas que le hacen derramar.
Un español de maneras distinguidas, hidalgo fiel a la religión y al pundonor, estudiante primero y luego soldado que perdió una mano en el combate de Lepanto; cautivo que sufrió la esclavitud no sólo con valor sino con ánimo alegre, y por su innata superioridad dominó e infundió respeto a un feroz dueño y al fin llevó a cabo la penosa tarea para la que había nacido: conquistar fama imperecedera.
¡Tal fue Cervantes! El mundo fue para él un drama, pinto solamente lo que conocía y lo que había observado; pero la verdad es que conocía y había observado mucho. Su imaginación se hallaba siempre pronta a recomponer y modificar el mundo de su experiencia; y con todo y con novelar las delicias del amor, conservó siempre inmaculados los preceptos de la virtud.
Samuel Taylor Coleridge, (poeta, crítico y filósofo). Estudios de Coleridge. Conferencia dada en Londres en 1818. Nueva York, 1874.
Uno de los mayores triunfos de la habilidad de Cervantes es su éxito en impedir que confundamos los absurdos del guerrero andante con las generosas aspiraciones del caballero. Compadecemos el error, y nos reímos de la situación del hidalgo castellano; pero respetamos su alma noble, a pesar de todos sus toques jocosos, de todas sus locas tentativas; y en cada página sentimos el hálito del genio que se mueve en una esfera demasiado sublime para limitarse a una mera ironía; de quien, finalmente, bajo una máscara de aparente ligereza, aspiraba a discurrir sobre los más nobles principios de la humanidad, y sobre todo, a dar forma y expresión a los más nobles sentimientos del carácter nacional de España.
John G. Lockhart, (literato, estudioso y biógrafo). Ensayo sobre la vida y obra de Cervantes. En la traducción inglesa del Quijote. Londres, 1822.
La locura de Don Quijote, por sí misma, es muy divertida; pero, ¿quién duda de que a la larga cansaría y aun entristecería si no se amenizase su curso por medio de lúcidos intervalos, no de pasiva bondad, o de buen sentido vulgar sino de generosidad sublime o de juicio superior?
La española es la lengua más hermosa que se habla bajo el cielo, desde que la de los griegos ya no suena.Como sus compatriotas lo confirman, el autor de DON QUIJOTE ha escrito divinamente en esta lengua divina; ningún autor de su nación puede comparársele en elegancia, pureza y buen gusto de estilo, en giros fáciles y naturales, y, principalmente, en ese feliz uso de los idiotismos sin el cual ni un escritor tiene fisonomía ni una obra donaire y viveza.
Habremos de convenir en que el DON QUIJOTE, salido hace dos siglos de la península española para llegar a ser aún hoy día el libro de todos los que saben leer, es al mismo tiempo una de las más asombrosas maravillas del ingenio humano y uno de los más singulares fenómenos de la historia literaria.
Louis-Simon Auger, (periodista y dramaturgo). Ensayo sobre la vida y obra de Cervantes. En la traducción francesa del Quijote por Filleau de Saint-Martin. París, Delongchamps, 1825.
A los veinte años el QUIJOTE me parecía un libro de mero regocijo; a los cuarenta hallé que estaba compuesto con gran ingenio; y ahora, a los sesenta años, le juzgo como el libro más admirable que existe en el mundo.
William Godwin, (político y escritor). El hombre: creencias, naturaleza, obras y descubrimientos. Londres, 1831.
Cuando Cervantes empezó su obra, no tenía a buen seguro en el ánimo más que el designio de ridiculizar la caballería andante y de achacar todas sus extravagancias a un loco; pero también es cierto que su pensamiento se modificó a medida que la composición del libro adelantaba; y, sobre todo, en la Segunda Parte, ya no representa a un simple monomaniático entregado a todas las ilusiones de su inteligencia perturbada; es un hombre loco, es verdad, en cierto orden de ideas; pero dotado, para todo lo restante, de la más sana inteligencia, del más elevado ingenio y del corazón más noble.
Don Quijote admira a los que le encuentran, tanto por la rectitud de su sano juicio y de su razón como por la extravagancia de sus actos y la singularidad de sus alucinaciones. Semejante concepción era enteramente nueva cuando Cervantes le dio a luz, y, en verdad, es tan profunda como nueva. Pero no es menos cierto que por su intuición, y sin darse de ello clara cuenta, descubrió y empleó uno de los puntos más importantes de la psicología histórica, a saber: la alianza de la alucinación con la razón y la influencia de esta alianza. La alucinación, más o menos complicada, ha representado en los asuntos del mundo un papel mayor de lo que comúnmente se supone. Sabido es hasta dónde llegó esa locura hace tres o cuatro siglos. El espíritu humano recorre su órbita regido por leyes tan constantes como las que gobiernan los fenómenos materiales. Surgen en él visiblemente las perturbaciones, cierto; pero, al fin, después de algunos vaivenes, el equilibrio se restablece y la ley natural lo encamina todo por su vía y hacia su fin.
Cervantes, pues, adivinó las condiciones psicológicas de una grave e importante cuestión, y puso en juego misteriosamente ocultos poderes que el espíritu humano encubre. Pero, ¿cómo se produjo esta combinación, que contiene alianza tan extraña y curiosa con la realidad? Nació de la naturaleza misma de la materia y de los elementos que encerraba. Un hidalgo enfrascada en la lectura de los extravagantes libros de caballerías era un loco; pero, al propio tiempo, la fama de la caballería era honor y abnegación. Estas dos condiciones se infundieron juntas en el genio de Cervantes, y creó este tipo maravilloso en que la alucinación y la razón se cruzan constantemente sin jamás dañarse.
Emile Littré, (historiador literario). Literatura e Historia. Artículo sobre Don Quijote publicado en Le National en 1837. París, 1874.
En todos los pasos de mi vida me acosaban los espectros del escuálido caballero y de su panzudo escudero, señaladamente cuando ante un camino de dos vías indeciso me detenía.
¿Qué pensamiento fundamental guió al gran Cervantes a escribir su gran libro?; ¿propúsose solamente la ruina de los libros de caballerías, cuya lectura en aquel tiempo prevalecía tan obstinadamente en España que las disposiciones eclesiásticas y civiles eran contra ella impotentes? ¿O más bien quiso entregar al ridículo todas las manifestaciones del entusiasmo humano en general, y en especial y primeramente el heroísmo de los espadachines? Evidentemente, sólo tuvo por objeto escribir una sátira contra los mencionados libros proponiéndose, por medio de la manifestación de sus absurdos, exponerlos a la burla universal y conseguir su ruina. Y lo consiguió con el más brillante éxito.
Pero la pluma del genio es siempre más grande que el genio mismo; siempre va más lejos que sus intenciones del momento, y, sin que de ello se diese clara cuenta, escribió Cervantes la más grande de las sátiras contra el sentimiento humano.
Cervantes, Shakespeare y Goethe forman el triunvirato de poetas que, en los tres géneros de la poesía, el épico, el dramático y el lírico, han creado lo supremo. Un misterioso lazo parece que une estrechamente estos tres nombres. Un espíritu de afinidad irradia de sus creaciones; en ellas se respira eterna dulzura, como tocada por el hálito de Dios.
Heinrich Heine, (poeta y periodista). Prefacio a la versión alemana anónima del Quijote. Estudio escrito en París, 1837. Stuttgart, verlag der Classiker, 1837.