En lógica, el argumento es un razonamiento que se usa para demostrar que una afirmación es cierta o falsa, y para probar por qué es verdadera o no. Es uno de los elementos más importantes en el plano científico en la medida en que contribuye a la formación y desarrollo del cuerpo teórico de las diferentes disciplinas científicas, sea al integrar nuevas ideas en los paradigmas científicos, para renovar aquellas ya presentes, para indicar la obsolescencia de otras, y demás.
La argumentación, que es la acción de argumentar, está profundamente influenciada por el razonamiento deductivo, un método de razonamiento que parte de reglas o nociones generales para llegar a observaciones más pequeñas y precisas. Los argumentos que se orientan con este enfoque son conocidos como argumentos deductivos, siendo uno de los tipos más comunes.
¿Qué es el razonamiento deductivo?
El razonamiento deductivo consiste en definir o concluir algo a partir de evidencia ya existente. Conocido también como lógica deductiva, el razonamiento deductivo tiene una orientación “de arriba hacia abajo” porque las conclusiones se alcanzan al aplicar reglas o conceptos generales hasta llegar a observaciones particulares y de menor magnitud.
Formalmente, el razonamiento deductivo se define como una secuencia finita de fórmulas, la última de ellas siendo la conclusión. Esta conclusión es antecedida por una serie de proposiciones, que principalmente son axiomas o premisas. Tanto la conclusión como las premisas conforman una estructura lógica.
El razonamiento deductivo es una de las bases del método hipotético-deductivo, el modelo de razonamiento que sostiene el método científico actual. El método hipotético-deductivo permite alcanzar cierto grado de certidumbre y de confiabilidad al momento de generar el conocimiento científico gracias a que las deducciones derivadas de la hipótesis surgida en el proceso de investigación pasan por la verificación experimental.
¿Qué es un argumento deductivo?
Los argumentos deductivos son uno de los tipos más comunes de argumentos. Ellos se fundamentan en las relaciones lógicas de las premisas precedentes a ellas, pudiendo ser válidos, verdaderos, y/o sólidos. Como su nombre sugiere, son los argumentos cuya conclusión es deducida a partir de las premisas.
Una de las formas más reconocidas de los argumentos deductivos son los silogismos. Estas son estructuras lógicas que resultan de un saber deducido lógicamente a partir de principios generales. La forma más común de los silogismos es A, B y C; A y B son los principios o premisas, mientras que C funge como la conclusión del razonamiento. La relación entre A, B y C se puede expresar del siguiente modo.
- A»B
- A»C
- Por ende, A»C
Comúnmente, la conclusión (C) de un silogismo resulta de la hipótesis planteada en la premisa A con la afirmación señalada en la premisa B. Como se verá a continuación, esto no significa necesariamente que la conclusión sea cierta, pero sí le confiere validez.
Validez y verdad de un argumento deductivo
Un argumento es deductivamente válido si sigue directamente de las premisas anteriores; es verdadero si todas sus premisas son verdaderas, y es sólido si es tanto válido como con premisas verdaderas.
Nótese que un argumento válido no tiene que ser necesariamente verdadero, sino simplemente ser una consecuencia lógica de las premisas que le anteceden. Un ejemplo de esto es:
- Si no me duele la cabeza, entonces estoy sano (premisa falsa)
- No me duele la cabeza (premisa verdadera)
- Por ende, estoy sano (conclusión falsa)
Este es un argumento deductivamente válido porque la conclusión (C) es una consecuencia directa de las proposiciones que le precedieron (A y B). Sin embargo, no es un argumento verdadero porque la ausencia del dolor de cabeza no necesariamente implica que una persona esté sana, no es el único malestar que una persona puede sentir. Por ende, la conclusión no es verdadera.
La situación anterior ocurre porque la lógica formal se limita a exigir una relación condicional entre las premisas y su conclusión: si las premisas son verdaderas, la conclusión también lo es. De esto deriva que el carácter de verdad de la conclusión no siempre se encuentra en el sistema de premisas que le precede, sino en la realidad. Si la conclusión se ajusta a ella, es un argumento verdadero, y si no lo hace, es uno falso.
- Todos los griegos son humanos (premisa verdadera)
- Todos los humanos son mortales (premisa verdadera)
- Por ende, todos los griegos son mortales (conclusión verdadera)
A diferencia de la argumentación anterior, esta serie de argumentos desemboca en una conclusión verdadera porque todas las premisas que le preceden son verdaderas y, además, porque la conclusión se ajusta a la realidad. Además, como la conclusión es una consecuencia lógica directa de las premisas, cuenta con validez. En resumen, estamos frente a un argumento sólido.
El razonamiento deductivo fue documentado por primera vez en el siglo IV A.C. gracias al filósofo griego Aristóteles, que también creó el silogismo.
La idea sería posteriormente refinada por el filósofo francés René Descartes en el marco de la Revolución Científica. En El Discurso del Método, Descartes menciona cuatro reglas para poder probar una idea de manera deductiva, lo que representaría una importante contribución al desarrollo del método científico.